Yo te avisé, Charly

Por Carlos Renoldi | Esto No Está Chequeado | Ilustración: Digital Snatch | #FiccionesEzeicenses


Lo vi sentado en el Parque Central, como casi todos los días, en el banco de siempre, con una botella vacía de Sprite y una visera dada vuelta.
Para cuando quise escapar, el loco Marcelo me miró fijo y me gritó:
—¡Venite, Charly, descubrí algo groso!
Caminé hacia él, resignado, y entonces arrancó:
—¿Vos sabés lo que están haciendo con la gente? No, no sabés… Mirá, te cuento: hace un año que vengo observando. Acá cerca, desde temprano, la gente hace fila como hormigas: viejos, jóvenes, todos… Van a hacerse un trámite rarísimo. ¿Sabés para qué? ¡Para que les escaneen el iris a cambio de unas criptomonedas!
Le dije que algo había escuchado, pero que no estaba tan al tanto de la movida.
—Me metí en Google y todo indica lo mismo: esa empresa está denunciada, procesada y rajada de varios países. Literalmente, ¡rajada! Así decía el artículo. No me lo estoy inventando
Hizo una pausa dramática.
—Tampoco sé muy bien qué es una criptomoneda, eh… eso lo admito. Pero a la gente parece encantarle. Supongo que, como está todo tan caro, uno se agarra de lo que sea para juntar unos mangos. Aunque no sepas ni qué te están sacando.
Se acomodó la visera.
—¿Y sabés qué te sacan? ¡Todos los datos! El iris, el alma, el horóscopo chino, ¡todo! Y uno pregunta: “¿Será en nombre de la ciencia?”. ¡No, papá! ¡Es Superman!
Lo miré con cara de “¿Eh?”, pero no aflojó.
—Sí, Superman. Escuchame: investigando por ahí, llegué a la conclusión de que las criptomonedas están hechas de criptonita. ¡Crip-to-ni-ta! Y no es casualidad, no, no… Viene de Criptón, ¿me entendés? Es un plan maestro de los alienígenas. Superman está preparando una invasión silenciosa con millones de supermanes, y los únicos que se van a salvar de ser esclavos del nuevo orden mundial son los que tengan las criptomonedas esas.
Se quedó en silencio. Me miró fijo. Levantó el índice.
—¡Ojo, eh! Yo te avisé, Charly.
Le agradecí la charla, como si se tratara de una consulta médica. Me fui caminando despacio, con una mezcla de risa, dudas y algo de miedo. Uno nunca sabe: en este mundo tan raro, capaz un día nos despertamos en medio de una invasión, con vigilantes en cada esquina, pidiéndonos el QR del iris para dejarnos pasar.

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