Tren fantasma

Por Karen Valdez | Esto No Está Chequeado | Ilustración: Digital Snatch | #FiccionesEzeicenses


Denise despertó temprano como cada mañana, se alistó para ir al trabajo y salió hacia la estación de Ezeiza. Las calles se encontraban vacías, el cielo aún estaba gris y el clima otoñal se sentía agradable. Una buena mañana. Cuando llegó a la estación tuvo suerte de encontrar un vagón del tren vacío. Agotada por la rutina, apoyó la cabeza contra la ventana y cerró los ojos apenas se sentó, cayendo rápidamente en un sueño profundo. Cuando despertó, miró por la ventanilla: el paisaje seguía pasando. Pensó que aún faltaba para llegar a Cañuelas, volvió a cerrar los ojos. 
Después de un tiempo se despertó sintiendo que había dormido una eternidad. Inmediatamente sintió el frío recorrer su cuerpo, la temperatura había bajado. El tren seguía en movimiento, no se veía ni escuchaba nada afuera: ninguna estación, autos o casas, solo oscuridad. Las luces de los vagones también estaban bajas, eso la puso nerviosa.
Un guardia pasó por el pasillo arrastrando los pies, tenía la mirada clavada en el suelo. Ella le preguntó dónde estaban pero él no respondió, siguió arrastrándose como si no la oyera.
 La joven no sabía qué hacer. Sacó su celular, no tenía señal y lo guardó. El tiempo comenzó a pasar. Una hora, dos, ya debería haber llegado pero el tren no se detuvo.
La desesperación por fin se hizo presente cuando su teléfono dejó de funcionar de repente y se apagó. Se levantó del asiento, gritó, golpeó las puertas, rogó que la dejaran bajar. Fue ahí cuando el tren se detuvo de golpe. Las puertas se abrieron solas con un estruendo, como si hubieran oído los ruegos.
Denise se acercó y miró afuera, un abismo donde no existía nada, incluso comenzó a dudar de su propia existencia.
 Retrocedió. El guardia apareció detrás de ella y la miró.
 Por fin pudo ver sus ojos: no había nada, pura oscuridad como la que había fuera del tren. Dos cuencas vacías peligrosamente infinitas.
Sintió miedo pero no tuvo tiempo para reaccionar, el hombre la empujó con fuerza hacia el abismo y lo último que se escuchó fue un grito desgarrador que se perdió en la negrura.
Una semana después se publicó una nota en el diario La Palabra, la cual decía que se buscaba a Denise González. Había sido vista por última vez en Ezeiza el lunes por la mañana, abordando el tren a Cañuelas. La joven jamás llegó a su destino.
Justo ahora, mientras lees esto, sigue desaparecida.

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