Ya puede conseguirse en todos los kioscos de diarios y revistas del distrito de Ezeiza (Barrio Uno, Canning, José María Ezeiza, Tristán Suárez y Carlos Spegazzini) la edición papel Nº 1601 del semanario La Palabra de Ezeiza del jueves 16 de octubre de 2025. Valor: $700.
Blog | La Palabra de Ezeiza
Periódico fundado el 2 de febrero de 1994 | www.lapalabradeezeiza.com.ar | Registro DNDA 46122001 | Director, editor y propietario: José María Marcos | Tucumán 142 | José María Ezeiza (CP 1804) | 011-4232-6274 (9 a 13) | ezeizaediciones@yahoo.com.ar | Whatsapp: 11-2338-2539 | Instagram: @lapalabraezeiza | Facebook: /lapalabraezeiza
Nueva edición | 16-10-25
La desaparición de Túpac
El Museo de Historia Regional Tristán Suárez recibió durante 2007 la muestra Más Allá de un Imperio, dedicada a los incas. Exhibía cerámicas, ornamentos, pinturas, grabados y, vitrina mediante, una momia andina apodada Túpac. La exposición llamó la atención de Carlos Gianegra, vecino de La Unión. Especuló que si él vendía a Túpac en el mercado negro, tiraría años sin laburar. Ideó un plan y decidió ejecutarlo.
Una madrugada, agarró un poncho y un sombrero. Salió en moto hacia lo de su hermana Zulema Gianegra (maestra de plástica amateur y tarotista diplomada) y le robó un libro de magia negra. Después fue hasta el museo, se ubicó bajo una ventana y recitó un conjuro para reanimar y dominar a Túpac.
Dentro, el cadáver resucitó, corrió la vitrina, caminó hasta la ventana y se deslizó al exterior. Carlos le encajó el poncho y el sombrero y se lo llevó a lo de su tío Rodolfo en Vista Alegre. La casa de Rodolfo (quien rondaba los 90 y estaba casi ciego) era el escondite ideal para Túpac. Salía el sol cuando Carlos esquivó los perros del barrio, entró a lo de su tío y dejó al cadáver sentado a la mesa con Roberto.
—Le presento a Túpac —dijo Carlos—. Me lo trata bien.
El ladrón salió a devolver el libro de magia negra.
—Túpac —dijo Rodolfo—, ¿gusta un tinto?
—…
—Tomaré ese silencio como un “sí”.
Rodolfo indicó a la momia dónde guardaba el vino y los vasos. A la media hora, ambos ya se habían bajado una damajuana. Rodolfo pidió a Túpac que fuera hasta el almacén a una cuadra para traer más vino. Borracho y muerto, Túpac salió a los tumbos por la calle. En la esquina apareció Carlos en moto y lo atropelló. El ladrón terminó en una zanja, con tres costillas rotas, observando impotente cómo los perros del barrio se llevaban los momificados huesos desparramados.
Aún hoy, la desaparición de Túpac continúa desconcertando a las autoridades del museo de Suárez. Un misterio loquísimo, igual que el de los perros de Vista Linda, quienes construyen elaborados sistemas de agricultura y chozas de piedra con techos de paja. Algunos vecinos aseguran que los caninos andan poseídos. Otros, que desarrollan una avanzada civilización.
Nueva edición | 09-10-25
Ya puede conseguirse en todos los kioscos de diarios y revistas del distrito de Ezeiza (Barrio Uno, Canning, José María Ezeiza, Tristán Suárez y Carlos Spegazzini) la edición papel Nº 1600 del semanario La Palabra de Ezeiza del jueves 9 de octubre de 2025. Valor: $700.
El cuento de Ñanquiñández
—Gracias —dijo la señorita Aldana, la maestra del curso, al terminar de recolectar todas las hojas.
En la hora libre, se dedicó a leerlas.
El recinto rezumaba frescura y transparencia. En el primer día del curso lectivo, todo estaba limpio, inmaculado, sin manchas, sin roturas; en una palabra, listo para ser poblado por los nuevos párvulos. Seres que, en un pasado remoto, habían sido personas y ahora eran entidades que debían ser vueltas a educar.
—Señorita Aldana, entiendo que tenga cierta reserva con los alumnos que van al aula dos —dijo el rector, Dr. Salvadiva, con expresión adusta.
Solo faltaba una hora para iniciar el primer día de clases.
—Sí, señor —replicó la maestra, una joven inexperta en el mundo profesional, pero veterana en lides sociofamiliares—, pero yo estoy preparada para manejarlos. Mi única duda es cómo tratar a Ñanquiñández. Él perdió a sus bisnietos hace poco y eso… es antinatural… es decir, la muerte de los hijos previa a la de los padres es un terrible trauma. Imagínese la muerte de los hijos de estos.
—Sí, tiene razón —y mientras Salvadiva movía sus dedos en torno a una bola de plomo, le ofrecía a Aldana la ficha de Ñanquiñández.
—“Felipe Ñanquiñández —leyó Aldana en voz alta, mientras el director no dejaba de jugar con la bola—, nacido en 2005, padre en 2019, abuelo en 2034, fallecido y descorporizado por el Estado en 2050, jubilado y transportado al depósito público en 2097. Servicios prestados: trece años de aportes laborales entre 2037 y 2050 y cuarenta y siete años de generación de energía en planta encefalomotriz. Sus dos bisnietos fueron descorporizados hace unos años, pero los derivaron a la planta de Carlos Spegazzini, que fue la que sufrió el incendio de hace dos semanas, en el que se perdieron noventa mil cerebros”.
—Quédese tranquila, Ñanquiñández no va a ser problema. Al primer atisbo depresivo, lo aislamos en el aula de castigos. No será el primer cerebro revoltoso que hayamos tenido.
Una hora después, todos los alumnos estaban en el aula: una habitación repleta de peceras llenas de líquido y de cables que suministraban oxígeno y suero. Dentro de las peceras, cerebros. Vivos, claro. Era la última fase de la existencia: luego de cumplidos los años de prestaciones que exigía el Estado (durante los cuales el cerebro se mantenía vivo para producir electricidad mediante el pensamiento), llegaba la jubilación. Y, dado que un anciano era como un niño, resultaba necesaria la reeducación para recordar lo básico, olvidado tras tantos años.
“La araña ha atrapado dos moscas”, pensó el pequeño Ñanquiñández desde su casa, viendo la escena de manera telepática, utilizando como nexo la hoja, en la que algo de él estaba impregnado. El comienzo del camino de cualquier profeta, redentor o falso mesías es desde abajo: captando padres, compañeros, maestros, tutores…
(*)Autor de los libros de cuentos El árbol sangriento y Sepulcrales, y una vasta serie de investigaciones sobre cine editadas por Cinefanía.
Nueva edición | 02-10-25
Ya puede conseguirse en todos los kioscos de diarios y revistas del distrito de Ezeiza (Barrio Uno, Canning, José María Ezeiza, Tristán Suárez y Carlos Spegazzini) la edición papel Nº 1598 del semanario La Palabra de Ezeiza del jueves 2 de octubre de 2025. Valor: $700.
El Ezeiza Perdido
Por todo el municipio se están llevando adelante trabajos de renovación y, para evitar molestias en la circulación, muchos de ellos se realizan por la noche. Por ejemplo, los de la plaza frente a la estación Spegazzini. Ahí nace esta secuencia.
Una persona que pasaba caminando dijo que todo se hacía de noche para ocultar algo. Era un chiste, una paranoia expresada a alguien de su confianza, con quien compartía humor y delirio.
Otra persona, que estaba cerca, alcanzó a oír y consideró que se trataba de un secreto. Sin contexto, la información era jugosa.
Los días siguientes, esa persona se encargó de ir desperdigando el dato por ahí, como quien revela algo inconfesable.
Y eso llegó hasta la Unión de Paleontólogos Frustrados (UPF), una asociación formada por personas que soñaban con desenterrar fósiles, pero que se conformaron con carreras y trabajos aburridos. Como sea, la UPF asegura que en la plaza de Spegazzini había restos de gliptodontes y que toda la obra pública fue ideada después de descubrirlo, para justificar las excavaciones.
Pero la cosa no se queda ahí. También dicen que se están llevando a cabo experimentos de clonación destinados a traer de vuelta algunas especies extintas. Y así llegan a su afirmación final: en algún lugar del partido de Ezeiza existe un mundo perdido, un lugar donde animales de otras eras se pasean como panchos por su casa.
Desde el día en que se le ocurrió esto, la UPF destina todos sus esfuerzos a buscar dicha locación. Un lugar de cuya existencia no tiene prueba alguna y que, quizás, ni siquiera tenga la intención de hallar.
El verdadero soñador no necesita la realización de sus anhelos. Su mundo excede lo tangible. Su bienestar trasciende la materia. El deseo de algo ya es ese algo. Y los miembros de la Unión de Paleontólogos Frustrados son verdaderos soñadores. Quizás el Ezeiza Perdido exista. Pero, para que ello sea real, es menester que nunca sea encontrado.
Nueva edición | 25-09-25
Ya puede conseguirse en todos los kioscos de diarios y revistas del distrito de Ezeiza (Barrio Uno, Canning, José María Ezeiza, Tristán Suárez y Carlos Spegazzini) la edición papel Nº 1598 del semanario La Palabra de Ezeiza del jueves 25 de septiembre de 2025. Valor: $700.
Revolución coordinada
La semana tiene cinco días hábiles: lunes, martes, miércoles, jueves y viernes. No, error. Eso era antes. Ahora: lunes, martes, Escritura y Literatura, jueves y viernes.
¿Por qué? Porque el miércoles cambió su esencia: no es un día más. Es un día especial, donde mi mente me lleva a un bastón y a un par de lentes, con un mechón blanco.
Esas imágenes me transportan a un espacio mágico, con compañeres escuchando las clases preparadas por el profesor Marco Millán, quien, con su habilidad, lanza consignas a las que nuestras cabezas responden moviendo, cual reloj, todos los engranajes de nuestro cerebro, más un sinfín de dopamina.
A su lado, Arián acompaña con sus relatos y, ahora, con un libro maravilloso, marcando el paso de la identidad, suavemente, firme pero con humildad, desplegando un saber espiritual que el profe sabe identificar y conectar.
Ese día no puede tener otro nombre, porque todes les compañeres corremos y cruzamos las calles de Ezeiza para llegar a Villa Golf, al centro cultural. Ese día no tiene veinticuatro horas, solo dos horas de alegría; luego, el hechizo se prolonga, porque queda impregnada la magia de escribir, hayas tomado mate o no.
¡Día de Escritura y Literatura, bastón, par de lentes y un mechón blanco! Componen mi símbolo de palacio mental. Lo honro, ¿cómo no hacerlo? Mi mundo cambió desde la primera vez que asistí al taller. Me envuelve un aura de emociones representadas por los colores más vivos y radiantes.
En ese sitio, cada palabra tiene identidad; cada oración le da vida a un relato, marcando ritmo y musicalidad. No hace falta ser un erudite: el encanto de las narraciones te impregna, te abraza, te brinda calidez y perdura gracias a esa catedral que Marco nos dio a conocer.
Vuelvo como torbellino al juego de las palabras y repito: ¡bastón, lentes y mechón blanco, los honro! ¡Ya están en mí, de allí no se moverán!
Solo espero la llegada de otro día excepcional. Sé que pronto vendrá, y la adrenalina, con rapidez, hará lo suyo.
(*)Concurre al Taller de Escritura y Literatura de la Municipalidad de Ezeiza.